El encarecimiento de la energía ha impulsado el interés por la energía fotovoltaica como una solución de ahorro para hogares y empresas. Sin embargo, la decisión de instalar paneles solares va más allá de un simple cálculo; requiere una comprensión profunda de las modalidades de autoconsumo y de los factores que determinan su rentabilidad real.
Según expertos como el divulgador Alberto Romaña, existen cuatro modelos de autoconsumo: el aislado para una independencia total, el de vertido cero que consume toda la energía producida, el de compensación simplificada (el más común en hogares) y el de venta de excedentes sin compensación, ideal para empresas. Es este tercer modelo el que mayor atractivo tiene para los hogares, ya que permite descontar el exceso de energía vertida a la red, aunque no genere un beneficio económico directo.
La viabilidad económica de la inversión depende de múltiples variables. La ubicación geográfica es crucial, ya que las regiones con más horas de sol, como el sur de España, ofrecen una rentabilidad superior. La tarifa eléctrica contratada y las condiciones de la comercializadora (como el precio de los excedentes y las baterías virtuales) también son determinantes. Finalmente, las ayudas públicas y bonificaciones fiscales, como las reducciones en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) o las deducciones en el IRPF, pueden reducir significativamente el periodo de amortización.
En definitiva, la rentabilidad de las placas solares no es universal. El ahorro final dependerá de la combinación de estos factores, pero la tendencia apunta a que el autoconsumo solar seguirá en auge como una solución energética estratégica.