La inteligencia artificial está cambiando las reglas del juego en el mundo de la programación. La última moda es el vibe coding, una práctica que promete una velocidad de desarrollo increíble: simplemente le dices a una IA lo que quieres en lenguaje natural y ella genera el código. Pero lo que suena a utopía para muchos, se ha convertido en una pesadilla para los programadores veteranos, que ahora se ven en el papel de "niñeras de IA".
La realidad detrás de esta práctica es agridulce. Aunque el 95% de los desarrolladores encuestados por Fastly reconocen que la IA es una herramienta útil, también admiten que pasan gran parte de su tiempo corrigiendo el código que esta genera. La IA puede inventar nombres de paquetes, crear soluciones redundantes y, lo peor de todo, carecer de un "pensamiento sistémico", es decir, no tiene una visión global del proyecto. Como lo describe un veterano del sector, es como "contratar a tu testarudo e insolente hijo adolescente para que te ayude a hacer algo".
Pero a pesar de las frustraciones, nadie quiere volver atrás. El vibe coding ha demostrado ser increíblemente útil para la creación de prototipos y la automatización de tareas repetitivas, lo que acelera el flujo de trabajo de forma significativa. La clave, según los expertos, es entender que la IA no es un sustituto, sino un asistente. Es una herramienta rápida y creativa, pero que necesita la supervisión y el juicio crítico de un humano.
El rol del desarrollador está en plena transformación. Ya no se trata solo de escribir código, sino de guiar a la IA, verificar sus resultados y asegurar la calidad del producto final. Este "impuesto a la innovación", como lo llaman algunos, es un precio que muchos están dispuestos a pagar por los enormes beneficios en productividad. Como concluye un joven desarrollador, "no solo escribiremos código; guiaremos sistemas de IA, asumiremos la responsabilidad cuando las cosas se rompan y actuaremos más como consultores para las máquinas".
